Soda
Stereo saca su primer disco en 1984, titulado con el nombre de la
banda. Era la vuelta de la democracia, edulcorada, corroída por un
discurso posmoderno que empezaba a latir a veces estrenduosamente, a
veces de manera silenciosa, pero que ya empezaba a configurarse como
una cosmovisión hegemónica, luego de una dictadura sangrienta que
había tallado a sangre y fuego en el imaginario social la idea del
“no te metas”. Para los círculos del “status quo del rock”
(de ayer y de hoy), la irrupción de Soda Stereo en la escena musical
represento justamente la llegada de ese discurso y de esa postura al
rock nacional. Por no poseer en sus letras un mensaje claramente
“comprometido”, al mejor estilo del rock de los 70`, o una
estética surrealista, se los encasillo de livianos, conformistas,
simplistas y embrutecedores. Parecía que para desentramar al poder,
hacía falta utilizar la palabra pueblo, campesino, policía, etc., o
hacer alusiones sobre las instituciones a través de imágenes al
estilo Alicia en el país de Seru Giran. Soda Stereo sería por
varias décadas considerado lo opuesto del rock, sería puesto en el lugar del conformismo, y
paralelamente sería una de las influencias más grandes del nuevo
rock Argentino y latinoamericano de la década de los 90', 00', y en
está década actual.
A
la luz del tiempo, creo que el primer disco de Soda Stereo se puede
leer de una manera distinta a la que ofrecen las lecturas que se
desprenden de esos conceptos con que tanto insiste cierta ortodoxia
del rock. El primer disco de los Soda esta empapado de un tono
celebratorio y crítico de la posmodernidad, con cierto aire bufaron
acerca de los cambios operados en la sociedad. Se ríen del hedonismo
(mi novia tiene biceps), hacen gala de ser un conjunto dietético,
nos invitan a consumir por que el peligro se ha disipado, empiezan a
ver como las fronteras entre lo “masculino” y lo “femenino”
se empezaban desdibujaban, ha tornarse más flexibles (prueba de ello era la producción estética
de sus shows, sus vestimentas, sus peinados y hasta de su
maquillaje), ya que como definirá a la versión del tema de Melero,
Trátame Suavemente Cerati dirá: “Me gustan las composiciones
de Melero, sobretodo tiene cosas muy interesantes en las letras.
Aquí, sin ser un tema gay creo que la letra apunta hacia la
destrucción del machismo. Muchas veces los hombres también
necesitan ser tratados suavemente. No es necesario siempre aparecer
como un tipo rudo.” Desde el
humor observan la nueva configuración de valores dominantes que
empezaba a asomar la cabeza, celebrando ciertas libertades, pero
criticando el culto al cuerpo como patrón de belleza, del culto a lo
material y al dinero, como en la canción Jet Set: “Tengo
mi agenda perfumada, Todas mis noches programadas, voy a esos clubes
privados, y me alquilé un convertible colorado, con esa gente
diferente, yo me codeo, ¡Que tipo inteligente!”.
De una manera simple, sin tantos eufemismos, los Soda entran de lleno
en el corazón de la posmodernidad para atacarlo desde el centro
mismo, con sus mismas herramientas, pero no como un deja vu
conservador ni como un grito nostalgico pidiendo la vuelta de los
valores de la modernidad con su racionalidad técnica y productivista
llevada a cada rincón de lo social, apresando al individuo en una
vida gris masificada, sino como certeza de que en ese giro
conservador que se estaba dando, habitaban elementos que podía
servir para que las personas se liberen de prejuicios y ataduras tan
difundidos durante el siglo XX que en ese momento estaba pasando por
sus últimos años.